miércoles, 15 de julio de 2009

LA DULZURA DEL AKATHISTOS

Embriagado por La dulzura del Akathistos vengo todo el camino. Es un himno marial que se canta de pie y yo venía tan ricamente escuchandolo sentado mientras las voces melódicas rodaban por la pretina de la radio del coche. Creo que la Virgen me salvó de un accidente, no vi una rotonda y allí estaba la policía municipal. Un guardia Isidoro, un buen funcionario, que supo escuchar mis razones fue clemente conmigo. La Bendita entre las Mujeres puso su manto y me libró de una multa de cuatrocientos euros los puntos del carné el berrinche. Ah dulce Akathistos milagroso. El canto de salutación fue compuesto en el siglo sexto cuando Constantinopla estaba a punto de caer en manos de los persas iconoclastas que destruían las imágenes y quemaban los ídolos. Los popes sacaron la bendita imagen de la Madre de Dios y se conjuró el peligro. Hoy las cristiandades atraviesan por unos peligros mayores y más impios (el materialismo y el endiosamiento del dinero, la destrucción del amor, el sexismo feminista y el sexismo machista, la pornopolítica, el satanismo que se ha infiltrado en nuestra propia iglesia católica) pero La Virgen corredentora nos muestra el camino hacia Cristo. Cantemos pues el Akathistos a la madre de los hombres y no perdamos la esperanza. Ex oriente lux. Del levante se alza la esperanza. Algunos dirán que los griegos son cismáticos y herejes guiados por su orgullo de católicos fundamentalistas y tibios pero les diré que conocen poco la historia de la iglesia. En realidad la iglesia romana es una escisión o secta de la ortodoxia pero no entremos en detalles dolorosos. Ellos guardan las esencias de la fe verdadera y nos hacen mirar desde el corazón a los ojos de Cristo. Cantemos el Akathistos, pues

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